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Turismo del Valle del Nansa

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Formado en torno a las aguas del río que le da nombre, el Valle del Nansa es un territorio de unos 50 kilómetros de ruta que contiene una gran diversidad y riqueza patrimonial, una marcada identidad, desde los bosques de ribera del Bajo Nansa hasta las cumbres de Polaciones, por las faldas de Peña Sagra y Peña Labra. Tierra de espectacular belleza y marcadas tradiciones, su histórico aislamiento ha permitido que sus pueblos y costumbres se hayan mantenido casi intactas, atemporales, perviviendo esa esencia natural que sólo existe en los lugares más auténticos.

El Valle del Nansa es un paisaje único, un paisaje natural admirable desde su red de miradores y a través de los senderos e históricos caminos que lo recorren, pero también un paisaje cultural y humano que merece la pena descubrir. Y es que pocos territorios pueden presumir de contar con una riqueza como la de este valle, con la Cueva de El Soplao como joya de la geología mundial, la Cueva de Chufín y parte del Camino Lebaniego como Patrimonio de la Humanidad, el Museo-Biblioteca-Casona  de José María de Cossío en el Conjunto Histórico y Monumento Nacional que es la localidad de Tudanca, un legado único de ingenios hidráulicos desde la Ferrería y Molino de Cades hasta el espectacular Embalse de la Cohilla, pueblos de casonas hidalgas montañesas, arte rupestre y megalítico, Torres Medievales, Románico, religión y misterios, folclore y tradición, y una rica gastronomía de «a fuego lento» y carnes propias… y todo ello rodeado por una naturaleza que no deja indiferente a nadie.

Desde Herrerías hasta Polaciones, por Rionansa y Tudanca o camino de Liebana a través de Lamasón, el Valle del Nansa es un regalo para los sentidos, un tesoro para los que buscan lo auténtico, un territorio en el que todos pueden elegir y disfrutar sin límites de un paisaje único.